jueves, 2 de diciembre de 2010

Una Vista al interior de las empresas

El ser humano en general tiene una capacidad infinita de adaptación a situaciones diversas, sean estas emocionales o físicas, el asunto es que nos acostumbramos rápidamente a lo bueno y a lo malo, esto genera una zona de confort que impide o limita la exploración de lo que Demming llamó el ciclo de la mejora continua, y la adaptación de las organizaciones a nuevos escenarios.
Para desarrollar la misión y visión que define la alta dirección de una empresa, se requiere una combinación armoniosa de procesos, tecnologías y personal, y considerando que los tres componentes evolucionan y se nutren día a día del entorno y la experiencia, muchas empresas están complementando sus acciones de mejora interna con proyectos para orientarse a procesos y certificar los mismos bajo algún estandar  tal como ISO, u otro,  y en relación a las personas desarrolla planes para certificarlas en el manejo de esos procesos,tales como ITIL, COBIT entre otros.
Sin embargo vemos con frecuencia que una vez culminada la capacitación, los cambios en la organización son mínimos o nulos, no hay armonia entre lo que se dice y lo que se hace. La razón es que, culturalmente no todos actuamos bajo ese paradigma, solo algunas personas generan esa diferencia de potencial, o fuerza motora disparada por un nuevo conocimiento adquirido, para generar acciones correctivas o de mejora en procesos o gestión, pero en muchos casos si se origina se ve mermada o debilitada por la actitud del grupo. Así mismo algunos supervisores no tienen la visión o fuerza para generar la consigna adecuada dentro del proceso, razón por la cual el equipo de trabajo se desmotiva o desestima la necesidad de mejora, hasta que llegan las necesidades urgentes, aparecen las fallas, o se caen las plataformas que venían operando con pequeñas fallas o avisos de final de vida útil, o ineficiencia de los procesos.
Esta actitud colectiva impide tener los niveles de exigencia y calidad de servicios requeridos en las organizaciones de hoy día, y que además se encuentran evolucionando como requerimientos debido a los cambios en el entorno.
Otra razón que limita la generación espontánea de acciones de mejora, es el grado de utilización o beneficios que brindan las nuevas tecnologías a los procesos, ya que la mayoría cambia de versión y modo tan rápido que  no son asimiladas de manera uniforme para apoyar a las labores diarias, ya que parecen impuestas, y cada quien desarrolla nichos de confort para resistir el cambio o migración a nuevos procedimientos o procesos, además del insuficiente conocimiento para explotar sus beneficios. }
Hay nuevos sistemas y herramientas, pero hay que preguntarse, que tanto lo conocemos y que tanto nos beneficia de forma directa las labores diarias, es interesante realizar un estudio, pero de una observación general en la empresa, se observa como se desvirtuan algunos medios como Internet, y sistemas de información para hacer foco o explotación a otras necesidades, lo cual lo convierte en distractores en vez de herramientas de apoyo.
En resumen la fuerza motora para generar adaptación y ajuste que requieren las organizaciones, está en el nivel de aprovechamiento de la tecnología y sistemas de información en sus procesos y personas,  centrada en un liderazgo que impulse la optimización amigable de medios y herramientas, para absorber y mutar a nuevos niveles de eficiencia.
En este sentido hay que colocar en las líneas supervisorias a las personas que tengan la actitud y alineación de visión para realizar las transformaciones, generar los planes de capacitación que se requieran para aumentar el aprovechamiento de las tecnologías,  ya que de lo contrario no se produce la sinergía  de grupo esperada, y lo que se observa en general es una resistencia al cambio, originada en por fallas de comunicación y falta de integración dentro del equipo para que cada uno, aporte su porción de ajuste.
Debemos reflexionar sobre el dilema de mantener la velocidad de los cambios para aumentar las capacidades de sistemas, o crear zonas de estabilidad y confort,  con cambios más planificados que permitan generar fuerzas de integración social y conocimientos, más estables y naturales a la velocidad de cambio que experimenta el ser humano en el discurrir de su existencia, dandole sentido personal al cambio.

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